Cientos de personas acuden a los panteones de la ciudad para visitar los sepulcros de sus seres queridos que ya han partido de este mundo en este Día de Muertos.
Con flores en las manos, cubetas, veladoras y diversos adornos, en familia acuden al lugar en donde descansan quienes han muerto, pero que se mantienen vivos en el recuerdo de familiares y amigos.
En una convivencia entre vivos y muertos, los camposantos se llenan de colores, además de aromas de incienso, mole y mezcal, pues en esta tradición se convive y comparte.
Muchos durante la noche velaron las tumbas, con música, chocolate, pan y oraciones, mientras otros llegan durante el día, comparten el desayuno o la comida, y todos recuerdan a sus seres queridos, quienes viven más cerca de lo que parece.