¡Mira mamá, mira mamá!, ¡ardillas!». «Sí hijo, sí hijo, pero no te acerques mucho, no las vayas a espantar»… La profesora carga en hombros a su pequeño para que no asuste a la ardilla que tienen a medio metro.
Los animales que ahora con espacio liberado regresan las jardineras del zócalo de la capital, despiertan la curiosidad de los escasos mentores en «plantón», muchos de los cuales sacan de inmediato su «smartphone» para tomar fotos y video.
Viernes, último día de la semana laboral para los profesores. Día apacible, con viento fresco de otoño inicial. Viernes en que paseantes, turistas y gente común llena el zócalo. Acaso una decena de hules y mantas de color azul, rojo y verde, así como dos mesas, son apenas la señal de que el magisterio está presente.
Madres-profesoras que tienen que cargar con los hijos, ante el día de asueto. A los pequeños no les queda más que usar el jardín e improvisar juegos, para no aburrirse.
Como la maestra de Valles Centrales que tuvo que pasar por lo menos ocho horas con su pequeño, de unos cuatro años, y que tuvo la fortuna de ver las ardillas. El niño llevó un juguete, dinosaurio de plástico sencillo que pasea por las baldosas, feliz. No sabe por qué su madre pasa horas sin hacer nada, sentada sobre la cantera de la jardinera.
Tres pequeños más se divierten en el piso de tierra; amarraron una cuerda a un árbol, para saltar.
Es la representación de Valles, antiguamente la más numerosa y que abarcaba varias calles con la instalación de lonas, tiendas de campaña, cartones e incluso anafres y cocinetas.
Hoy sólo son acaso 50, muchos de ellos jubilados. Platican entre ellos algunos; otros más se entretienen con su teléfono celular; uno tiene bajo el brazo la lista de asistencia, que pasa cada dos horas para verificar que nadie se retire.
Viernes de segundo día de otoño, con sol en cenit pero con frío viento. Frente al zócalo la gente pasa sin contratiempos, sin prisas. Acaso la distracción del «plantón» de triquis a un costado de la puerta principal del Palacio de Gobierno, que va para mes y medio.
No hay música del mediodía. Únicamente las tradicionales marimbas o los solistas que acuden por monedas al tiempo de deleitar a los paseantes.
A la Secretaría de las Culturas se le olvidó en esta ocasión el tradicional concierto. El área de la audición está cerrada con mallas metálicas.
fuente noticiasnet.mx