MÉXICO, DF.- Porfirio Díaz nació la noche del 14 de septiembre de 1830 en La Borcelana, un rancho ubicado en el camino de Etla a Oaxaca. Fue bautizado al día siguiente, y esa fecha figuró como su nacimiento.
En el primer tomo de la biografía que dedica a su tatarabuelo: Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo (Debate/Conaculta), titulado La guerra (1830-1867), Carlos Tello Díaz documenta que vivió hasta los 7 años en el Mesón de la Soledad, que su padre, José de la Cruz, arrendaba al Convento de Santa Catarina, en una época en que 70 por ciento de las viviendas en Oaxaca pertenecían a la Iglesia.
«Era una familia próspera, pero tras la muerte del padre (en 1833, víctima del cólera), la madre (Petrona) tiene que ir vendiendo sus posesiones», refiere el historiador, hasta que se mudan en 1837 a la última que conservan, el Solar del Toronjo en el barrio de Jalatlaco, donde instalan una curtiduría.
El declive familiar coincide con la crisis económica en Oaxaca, debido a que baja el consumo de la cochinilla grana, base de su prosperidad, utilizada para el teñido de telas. A esto se agregan epidemias y tres años de sequías que causaron hambre entre la población.
«A Díaz lo marcó la pobreza que vivió todo el estado, y también las guerras. En sus primeros recuerdos de niño estaba muy presente la violencia de las armas, la inestabilidad».
La investigación de Tello Díaz corrige ideas equivocadas sobre Díaz, como que tuvo un origen pobre o que era un mal estudiante, pues obtuvo buenas calificaciones lo mismo en el Seminario Conciliar de la Santa Cruz que en el Instituto de Ciencias y Artes, en los que aprendió latín y francés.
Establece también que José María Crespo fue su primer preceptor, quien lo enseñó a leer y escribir a la edad de 10 años, que llegó a fabricar los zapatos de la familia para ayudar a su madre, y que, si se convirtió en militar, no fue por vocación como su hermano Félix, sino por razones políticas.
«Cuando se pronuncia en contra de la dictadura del General Santa Anna en diciembre de 1854, es considerado rebelde y ordenan aprehenderlo. Díaz huye a las Mixtecas y ahí toma la decisión de abrazar la carrera de las armas y luchar en favor de las ideas liberales».
Al referirse al origen de la biografía, el historiador se remonta a 1993, cuando publicó El exilio: Un relato de familia. Desde entonces comenzó a reunir documentos sobre Díaz, pero de manera esporádica. «Me daba miedo meterme en un tema que me iba a absorber muchos años», explica. Se decidió finalmente porque al recorrer el centenar de biografías que existen del político, descubrió que ninguna registra completa su vida, en todos sus aspectos, a partir de fuentes primarias: cartas, diarios, memorias, fotografías, testimonios…
Le llevó tres años, cuenta, poner en orden la documentación que había reunido. Antes tuvo que decidir cuándo parar, porque al ir recuperando la vida de Díaz surgían múltiples ramificaciones. Consultó una decena de archivos para este primer volumen, casi 600 páginas, de las que un centenar son notas.
«Sólo me detuve», asegura, «cuando llegué a un grado de información que me pareció lo suficientemente revelador para hacerle comprensible al lector la figura de Díaz y de su momento histórico».
Tello Díaz subraya la importancia de recrear la época en que vivió «el estadista y eventual dictador», para lo cual se valió de obras inéditas como las Memorias de su contemporáneo, Francisco Vasconcelos, tío de José Vasconcelos, y libros de viajes de autores como Charles Brasseur y Eduard Mühlenpfordt.
«A Díaz se le suele juzgar con valores del siglo 20, cuando es un hombre del siglo 19», explica. «Le tocó vivir en un mundo estratificado, donde pervivían las instituciones y las costumbres de la Colonia. Como miembro destacado de la generación de la Reforma le tocó acabar a balazos y sablazos con ese mundo, y sentar las bases de otro más moderno, ese que querían construir los liberales dirigidos por Benito Juárez, donde no hubiera fueros, más laico, en el que la propiedad no estuviera acaparada por la Iglesia».
Tras la publicación de este tomo, en el que documenta los años de infancia y juventud de Díaz, y las hazañas militares en la guerra de Reforma y durante la Intervención francesa que lo convirtieron en héroe, seguirá en dos años, calcula, La ambición (1867-1884), y luego enfrentará, en un plazo que anticipa mayor, su periodo más polémico en El poder (1884-1915).
«Lo que no quiero es que mi simpatía por el personaje me impida ver todo lo criticable, censurable que tiene Díaz», señala el también autor de La rebelión de las Cañadas y Los señores de la Costa.
Por eso consigna en su libro, agrega, que al Ejército de Oriente, del que Díaz era General en jefe, lo afectó la inacción. Sus soldados saquearon iglesias y raptaron decenas de muchachas, abusos que no fueron castigados.
«Describo también la batalla de San Antonio Nanahuatipan, en agosto de 1864, que es quizá la mancha más importante en su carrera militar. Lo fuerza a aceptar el sitio de Oaxaca, donde manda demoler las casas que están fuera del perímetro que ordena fortificar, algo que significó mucha destrucción y no sirvió para nada, ya que se tuvo que rendir ante la deserción masiva de sus hombres frente al ejército francés».
fuente noticiasnet.mx