SAN PEDRO Y SAN PABLO AYUTLA, Mixes, Oaxaca.- Christophe Pierre, próximo a tomar posesión como nuncio apostólico en Estados Unidos de Norteamérica, admite que deja el mismo cargo en México con profunda tristeza por la fuerza que alcanza en este país, la corrupción, la inseguridad y la violencia.
Representante apostólico en México desde el año 2007, el obispo francés, expone que los mexicanos son católicos por excelencia y de fe profunda, que ven al papa Francisco como el sucesor de Pedro. Sin embargo, su alegría se ve opacado por la inseguridad y la violencia que azotan a este país.
El representante papal en México encabezó aquí la celebración del 50 aniversario de la Prelatura Mixepolitana «María Auxiliadora», acompañado del arzobispo José Luis a hacer Botello y más de quince obispos mexicanos.
Dicen los críticos que «las cosas están tan graves que en cualquier lugar que se excava, se encuentran cadáveres, y como mexicano estamos perdiendo la capacidad de asombro», expone NOTICIAS. Monseñor Pierre, contesta: » es una realidad muy terrible».
No obstante, precisa que «la responsabilidad de superar esa crisis, no es exclusiva de los tres niveles de gobierno, sino también de los ciudadanos». Quiero decir con ello, que la denuncia ciudadana es fundamental. No hacerlo, es convertirnos en cómplices de los delincuentes.
A ello se suma Alfonso Gerardo Miranda, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), al admitir que la corrupción, la inseguridad y la violencia, son los grandes pendientes en este país. Mientras estos problemas persistan, no es posible alcanzar La Paz.
Ambos coinciden que autoridades y ciudadanos necesitamos trabajar muy fuerte para superar esos problemas y alcanzar los anhelos de estabilidad y paz.
Desde mi punto de vista, «la delincuencia organizada creció para mal de los mexicanos, porque las autoridades mexicanas dejaron crecerla», expone de su lado Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, Obispo de Veracruz.
Hoy, las consecuencias son devastadoras, «pero no podemos hablar de que todo está perdido», añade. Para el obispo de Veracruz, disminuir la delincuencia no es tarea exclusiva del gobierno. La sociedad tiene que participar, dice el jerarca y admite con tristeza que Veracruz, es uno de los estados más azotados por la inseguridad y la violencia.