JUCHITÁN.-El amor por la pesca y la necesidad de mejorar las condiciones de vida de su espacio, llevó a un grupo de pescadores de Playa Vicente, agencia municipal de Juchitán, a organizarse mediante una cooperativa de producción pesquera y agrícola “Jaiberos de Playa Vicente”.
Desde hace tres meses venden más de una tonelada de jaiba al día a una empresa ubicada en el estado de Chiapas la cual extrae la pulpa y la exporta al estado de Texas, Estados Unidos.
Esta nueva etapa de vida que comparten pescadores de la cooperativa de “Jaiberos de Playa Vicente”, lo consideran un hecho histórico, el sueño se cumplió.
La experiencia y asesoría de Fernando Santos, pescador de antaño y experto en trabajar en cooperativas pesqueras compaginó con la juventud de Mariano Rosado López, quién desde hace un año se convirtió en agente municipal de Playa Vicente, ambos impulsaron este proyecto pesquero que actualmente registra a 55 socios.
La mesa directiva de la Cooperativa está conformada por Roberto López Sánchez (presidente), Juan Regalado Martínez (tesorero) y Mariano López Cruz (secretario), todos pescadores, quienes pactaron un contrato de seis meses con la empresa chiapaneca, la cual les paga cada tercer día.
Playa Vicente, se localiza a diez minutos de la cabecera municipal, cuenta con 800 habitantes y se dedican el cien por ciento a la pesca.
Los pescadores comenzaron a detectar que la captura de animales “escama” como conocen al pez iba en detrimento y tras analizar cómo solucionar el problema para sobrevivir, investigaron sobre cómo aprovechar uno de sus valiosos productos, “la jaiba” y comenzaron a buscar empresas para así poder vendarla a granel, por fortuna la empresa Cea Fud Pacific confió en ellos y se instaló de inmediato en la cooperativa.
¡No lo podíamos creer! Manifestaron, el contrato del comprador a granel ha traído buenas esperanzas a los pescadores, quienes ahora son jaiberos de tiempo completo.
DE TALABARTERO A JAIBERO
Las manos de Tomás Jiménez Sánchez simulan las cortezas de los arboles, gruesas y escamosas por la sal que ha penetrado en su piel de color avellana, ha trabajado durante más de 30 años en “su mar” colectando peces y moluscos (camarón y jaiba azul). Tomás de 68 años de edad, heredó de su padre el oficio de la talabartería (hechura de huaraches de cuero), pero la necesidad de darle estudio y comida a sus hijos, lo condujo a tomar las redes y las jaulas.
Entre el cielo rojo que indica que el astro rey está por salir y el lucero brillante dormitado, a las 5:00 horas comienza su rutina, entierra sus jaulas, que él mismo elabora con una red pequeña en el que las jaibas entran, coloca entre diez o quince trampas.
Después de cinco horas retorna al mar por sus jaulas para ver cuántas jaibas han caído. Cada una pesa regularmente cuatro kilogramos.
Al llegar a tierra, con un triciclo prestado, estiba todo su producto y se enfila para tomar turno en la cooperativa, y en un bastidor de madera separan las jaibas con dos pinzas de acero, las grandes y las chicas, el kilogramo oscila en 12 y 10 pesos.
Posteriormente se pesan en una báscula, en donde el secretario de la cooperativa, Mariano López Cruz, con previa lista de los socios, anota el número de kilos y se lo pagan al tercer día, el horario de recepción de jaiba es de 10:00 14:00 horas.
PROTEGEN SU PRODUCTO
María de 32 años de edad, es originaria de Playa Vicente, ella y su esposo, acompañados de sus dos hijos se dedican a la pesca de tiempo completo, colocan por la tarde, antes de que se oculte el sol, unas 60 jaulas para la captura de la jaiba azul y por la mañana recogen su producto, y con suerte capturan entre 40 y 50 kilogramos por día.
Explica que en Playa Vicente, existe una norma de autocuidado y autoconsumo del producto, “las jaibas hembras no se venden, si entran a la jaula, las devuelven al mar”.
“En este lugar, tenemos prohibido capturar jaibas hembras, esta tradición viene de nuestros padres y abuelos, porque si la capturamos se acaba la reproducción y no tendremos como vivir y alimentar a nuestros hijos”.
María es zapoteca, sus rasgos son expresivos, su cabello de color negro y sus pómulos resaltados, la identifican al caminar, desde hace 15 años se dedica a la pesca.
“He adquirido mis cositas con la venta de la jaiba, antes no tenía televisión y tampoco refrigerador, los de la cooperativa me dicen que ahorre mis centavos, y eso hacemos, gastamos lo justo, porque no sabemos si el contrato seguirá, por lo pronto de aquí al mes de diciembre lo tenemos seguro”, detalló.
EL SIGUIENTE PASO
Mariano heredó de su padres y abuelo el oficio, es uno de los dos jóvenes que se graduó de la universidad, ahora se ha convertido en agente municipal, expresa que la primera etapa se ha logrado, pero el siguiente paso, es darle trabajo a las mujeres, y que ellos sean los que exporten al extranjero la pulpa de jaiba.
Roberto López Sánchez, presidente de la cooperativa, expresó que actualmente están en trámite del permiso de pesca ante la Comisión Nacional de Pesca (Conapesca).
“Sabemos que los permisos tardan, ya hemos avanzado mucho, contamos con nuestro permiso ante Hacienda, tenemos nuestra acta constitutiva y estamos por conseguir el Registro Público Marítimo, que aproximadamente en dos meses podríamos lograrlo, no ha sido nada fácil, en un principio nadie nos creía, pensábamos que estábamos jugando con sus ilusiones, por fortuna la cooperativa funciona muy bien, vendemos jaiba a granel y los compañeros tienen su dinero seguro para el bienestar de sus familias”, expresó.
Mariano y Fernando intervienen y cuentan una anécdota de todo lo que han logrado, señalando que no ha sido nada fácil, en sus primeras asambleas sólo llegaban ocho o diez, pero cuando vieron la realidad.
“Seguiremos luchando porque la cooperativa siga, además de mejorar las condiciones de vida de nuestra gente, nuestros pescadores necesitan salir de ese fango de tantos años y vivir como Dios manda, con su trabajo sagrado y con un sustento familiar redituable”, finalizaron.
fuente imparcialoaxaca.mx