El Pentágono acepta acoger en bases militares hasta 20.000 niños que viajen solos a EE UU
Donald Trump buscó este jueves un difícil equilibrio en su intento de proyectar al mismo tiempo contundencia y compasión ante la inmigración irregular. El presidente estadounidense ordenó a las agencias del Gobierno la reunificación de las más de 2.000 familias de inmigrantes separadas desde abril tras cruzar ilegalmente la frontera desde México. El día antes, las autoridades descartaron hacerlo de inmediato después de que Trump cancelara su polémica política de ruptura.
La unión de padres e hijos será una tarea compleja porque en ocasiones no se ha sabido con certeza dónde está cada uno. Por ejemplo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos, encargado de la custodia de los menores, reconoció estar esperando directrices sobre la “implementación” de la orden ejecutiva de Trump que acabó con la separación de familias.
Pero el mandatario republicano no abandonó este jueves su retórica incendiaria al insistir en la necesidad de levantar un muro fronterizo, mantener una “política muy dura”, calificar a los demócratas de “extremistas que quieren fronteras abiertas” y atacar ferozmente a México. “No hace nada por nosotros excepto coger nuestro dinero y mandarnos drogas. Podrían arreglar esto en dos días”, dijo del país vecino, al que acusó de alentar la inmigración hacia Estados Unidos.
Por otra parte, el Pentágono inició los preparativos para acoger en bases militares hasta 20.000 niños inmigrantes que lleguen solos a EE UU. En 2014, el Gobierno de Barack Obama alojó a unos 7.000 menores en instalaciones del Ejército.
Trump, obsesionado en aparentar fortaleza, ha sufrido un doble fracaso en inmigración. La ola de repudio le forzó el miércoles a acabar con la ruptura de familias de indocumentados tras pasarse días insistiendo en que solo el Congreso podía hacerlo. Y este jueves sufrió un nuevo chasco después de que la división entre los republicanos de la Cámara de Representantes obligara a posponer la votación de una propuesta de ley que incluye las principales restricciones migratorias solicitadas por Trump, como un muro con México, e impide la separación de padres e hijos tras cruzar ilegalmente la frontera.
La demonización de la inmigración catapultó en 2016 a Trump a la Casa Blanca. Pero ahora también ha expuesto sus límites políticos. El republicano se pasó días clamando falsamente que los demócratas le forzaban por ley a romper familias cuando en realidad respondía a una decisión de su Gobierno. El martes les acusó de permitir que indocumentados “entren e infesten nuestro país” e insistió en que el Congreso debía cerrar “vacíos legales” para poder evitar la separación de padres e hijos.
El objetivo de Trump era utilizar el drama de los niños, como ya hizo en el pasado con otros inmigrantes, para tratar de lograr una dura ley migratoria, que incluya fondos para su muro y otras restricciones. El miércoles, sin embargo, llevó a cabo su mayor rectificación como presidente cuando firmó un decreto para terminar la política de separación y contener una crisis creada por él mismo.
Y este jueves se visualizó con crudeza en la Cámara de Representantes la brecha en inmigración entre los republicanos. Los más conservadores y moderados chocaron alrededor de una propuesta de ley que abre la puerta a legalizar a los dreamers, los indocumentados que llegaron de niños a EE UU. El sector más restrictivo rechaza apoyar lo que temen pueda interpretarse como una “amnistía” a inmigrantes y pueda dañarles en las elecciones legislativas de noviembre. En cualquier caso, si una de las leyes avanzara en la Cámara parece imposible que lo haga en el Senado porque los republicanos necesitan el apoyo de nueve demócratas.
* El País