La preocupación por los niveles de obesidad en el país y el Estado ha crecido en todos los sectores sociales. Ha provocado, además, el incremento en los métodos para bajar de peso, en ocasiones muy invasivos y agresivos, y en el consumo de productos “milagro”, que ofrecen bajar muchos kilos en poco tiempo, sin mayor esfuerzo.
Sin embargo, especialistas coinciden en que las dietas extremas que ocasionan una súbita pérdida de peso tienen como consecuencia una rápida recuperación de los kilos perdidos cuando se abandona el régime, lo que trae consigo una serie de riesgos para la salud. Las soluciones a corto plazo pueden “agravar el riesgo metabólico de las personas; provocar desnutriciones proteicas y déficit en vitaminas y minerales; sobrecargas hepáticas o renales; debilitamiento del sistema inmunológico; desencadenar trastornos alimenticios como puede ser anorexia y bulimia; y desarrollar efectos sicológicos negativos con episodios de depresión o ansiedad”.
Frente a esto, la nutrióloga Nayda Álvarez Michel explica que con una dieta “milagro” se corre el riesgo de no obtener la energía suficiente para realizar las actividades diarias al no consumir los nutrimentos necesarios, teniendo como consecuencia: “la recuperación del peso perdido; una descompensación y hasta algún daño más severo en el organismo a largo plazo”. La especialista en nutrición explica que las dietas milagro no funcionan, pues al abandonar estos métodos, “el paciente tira la toalla y como no aprendió a comer saludablemente, regresa a sus malos hábitos. Éticamente ningún doctor debe recomendar estas dietas, pues el estándar saludable es bajar un kilo por semana para no dañar al organismo, y que la reducción sea permanente”.
La doctora comenta que este tipo de dietas se pasan de voz en voz, y “si bien la mujer promedio requiere de mil 300 a mil 700 calorías diarias —depende de su peso, estatura y actividad física—, existen dietas, como la de la sopa de cebolla o la sopa de col, que aportan solamente 300 calorías diarias”. Para bajar de peso, no es recomendable una dieta de menos de mil calorías diarias, agrega Álvarez Michel, quien recomienda: “realizar por lo menos tres comidas al día que incluyan frutas, verduras, proteínas y cereales; y dos colaciones de frutas y verduras entre comidas, evitando los alimentos fritos y capeados; tomar dos litros de agua al día y realizar treinta minutos de actividad física diarios, o por lo menos tres veces por semana para que el consumo y el gasto de energía estén equilibrados”.
Sobre las dietas llamadas “de desintoxicación”, la nutricionista explica que puede ser bueno para el organismo pues nos ayuda a mejorar la digestión, limpiar el tubo digestivo y los intestinos, “siempre y cuando esté bien fundamentada y aplicada y se haga con el fin de eliminar las toxinas, no para bajar de peso”; por lo que recomienda hacerlo una vez cada seis meses, consumiendo más frutas y verduras y reduciendo la ingesta de alimentos fritos, empanizados y grasas.
LOS MITOS TAMBIÉN ENGORDAN
La comida y los mitos “van de la mano”, y los nutriólogos se tienen que enfrentar no sólo a la báscula, sino también a las distintas ideas preconcebidas de lo que significa comer bien.
Existe un mito entre la población que dejar de desayunar abona a perder peso, lo cual en la práctica complica aún más el proceso del paciente, explica la nutrióloga Perla Avelar, ya que eso puede alentar el sistema digestivo. O en el caso de las mujeres embarazadas, es muy común la pregunta: ¿Tengo que comer por dos? Esto lleva a muchas mujeres a subir demasiados kilos durante el embarazo, ya que hasta el quinto mes el feto es tan pequeño que sus necesidades alimenticias son mínimas. “Enseñar a comer significa eliminar estos mitos, no es una tarea fácil”.
En el mismo sentido, la nutrióloga señala que es muy difícil ir contra ciertos mitos e ideas preconcebidas que tienen los pacientes: “El chocomilk con huevo es nutritivo”, “el chicharrón de puerco no engorda” o “todas las frutas se pueden comer libremente”.
El nutriólogo Alejandro Bermúdez señala: “No falta la señora que cree que los bebés gorditos son sanos y bonitos, y ese es el primer paso para enfermedades que pueden ser muy graves”, por lo que el nutriólogo recomienda la información como primer paso, para romper las graves inercias de la alimentación de muchos hogares. “Lo primero que tenemos que hacer nosotros es darle un pequeño clavadito de información a nuestros pacientes, hacerlos conscientes de que muchas cosas que creen sencillamente son errores”.
Otros problemas alimenticios son: comer por ansiedad; atascos por depresión o algunos más graves como la anorexia y la bulimia.
Las dietas de los políticos
Desesperados por perder peso en poco tiempo, algunos políticos han recurrido a duras dietas con las que llegan a perder de ocho a diez kilos en un mes. Un caso muy representativo es el del ex alcalde de Zapopan y fugaz coordinador de asesores del gobernador, Héctor Vielma, quien cuando ocupaba la presidencia municipal encabezó un programa destinado a promover el combate al sobrepeso. Vielma se pesó públicamente en enero de 2010 y la báscula marcó 141.6 kilogramos. A partir de ese punto, y mediante un régimen alimenticio y deportivo, el político bajó más de 40 kilos y se convirtió en un competidor frecuente de eventos como maratones y triatlones.
Otro método muy popular entre la clase política es el “New Direction” del Centro de Nutrición, Obesidad y Alteraciones Metabólicas del Hospital ABC en el Distrito Federal, que se basa en el consumo de suplementos alimenticios en polvo. El producto diluido en agua se encuentra en sabores dulces (chocolate, moka, vainilla, entre otros) y salados (apio, zanahoria, pollo). La primera consulta de valoración tiene un costo de 6 mil pesos, y dependiendo del sobrepeso, el precio oscila entre los 8 mil hasta 17 mil pesos mensuales.
Entre los políticos del ex gabinete calderonista que se sometieron a este régimen destacan la ex vocera presidencial Alejandra Sota; el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero; la ex canciller Patricia Espinosa; el ex titular de Economía, Bruno Ferrari; el ex secretario de Energía, José Antonio Meade; así como el ex director del Cisen y ex secretario de Gobernación, Alejandro Poiré.