Un equipo de científicos del Reino Unido realizará el mayor estudio del mundo sobre el efecto de los teléfonos celulares en los cerebros de niños y adolescentes, según se anunció hoy en este país
Un equipo de científicos del Reino Unido realizará el mayor estudio del mundo sobre el efecto de los teléfonos celulares en los cerebros de niños y adolescentes, según se anunció hoy en este país. La investigación, por encargo del ministerio de Sanidad y con financiación público-privada, seguirá la evolución de 2,500 alumnos de 160 institutos de Londres de los 11 a los 14 años, para comprobar si se producen cambios en sus funciones cerebrales.
El llamado “Estudio de Cognición, Adolescentes y Teléfonos Celulares”, abreviado Scamp en inglés, está encabezado por expertos del Imperial College y se centrará en examinar las variaciones en las funciones de memoria y atención, que siguen desarrollándose durante la adolescencia.
Los niños se someterán a pruebas y contestarán preguntas primero a los 11 y 12 años, cuando la mayoría empieza a utilizar estos teléfonos, y luego de nuevo a los 14 años.
El presidente del comité organizador de Scamp y subdirector del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College London, Patrick Haggard, señaló la importancia “del mayor estudio de seguimiento de adolescentes del mundo”. “Este estudio tiene dos aspectos valiosos: intenta calcular la exposición de los niños a los campos de radiofrecuencia de la forma más precisa posible y utiliza un conjunto de pruebas cuidadosamente diseñadas para medir las funciones cognitivas clave que se desarrollan en la adolescencia”, dijo.
Aunque los estudios hechos hasta ahora no han encontrado pruebas de que el uso de celulares cause cáncer u otros daños a adultos a corto plazo, el efecto en niños está menos estudiado. Ante la falta de información al respecto, el ministerio británico de Sanidad aconseja a los menores de 16 años utilizar el celular lo menos posible y, a poder ser, con la función de manos libres.
El estudio Scamp pretende profundizar en los efectos sobre el cerebro en desarrollo de los más jóvenes, que absorben mayores niveles de radiaciones. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una “alta prioridad” investigar el efecto de estas tecnologías en la población joven.