Muchas son las bondades de los aparatos electrónicos: agilizan nuestro trabajo, permiten comunicación eficiente e inmediata y hasta entretienen.
Sin embargo, la tecnología también tiene «su lado oscuro», pues en muchos casos es la responsable de dejar la puerta abierta, para que algunos males entren y hagan daño a sus más asiduos usuarios.
En 2013, se vendieron 50,6% más tabletas que el año anterior, según la firma de investigación IDC, y al menos un millón 800 mil celulares, reportó la firma Gartner.
Esta podría ser una buena noticia para los productores de estos aparatos, pero no tan buena para la vista y la salud de las personas.
Un estudio reciente de la Universidad Complutense de Madrid (realizado durante 11 años) reveló que la luz artificial es capaz de dañar la retina; es decir, la parte sensorial del ojo que transmite información al cerebro de la gente.
Según el optometrista Martín Quirós, la parte central de la retina, conocida como mácula (y encargada de nuestra visión central), puede resultar afectada con la luz.
«El estudio logró comprobar que la luz azul (o artificial que poseen este tipo de dispositivos), a mediano o largo plazo podría provocar degeneración macular».
Es decir, dañaría la capacidad con la que cuenta el ojo humano para enfocar puntos específicos.
No solo los ojos se ven afectados con la luz que desprenden los aparatos electrónicos, también el ciclo del sueño se ve perjudicado.
Un estudio de la Clínica Mayo, ubicada en Minesota, Estados Unidos, determinó que las luces interfieren con la melatonina, hormona que se encarga de regular los ciclos de sueño. Sin embargo, esto depende de si el usuario utiliza toda la intensidad luminosa en su dispositivo o de la distancia a la que sostiene el aparato de su rostro.
La tecnología o la necesidad de estar conectado a la web a todas horas, también puede convertirse en una adicción, parecida a las drogas, destacó la psicóloga Silvia Araya.
Alguna gente se pone ansiosa e incluso irritable si la batería de su celular se agota o si perdieron la señal para conectarse a Internet.
«Esto responde a que en algunos casos, las personas sienten soledad, un vacío en su vida y optan por llenarlo con tecnología, o incluso la utilizan para evadir la realidad. Igual como lo hacen quienes utilizan drogas«, comentó.
En este campo, ya existen algunas patologías identificadas: la nomofobia es una de ellas; esta consiste en la fobia a no tener acceso al teléfono celular.
Existe también la adicción a Internet y otros males como el que reseña el libro iDisorder . El autor explica que al menos un 70% de quienes cuentan con smartphones han experimentado la sensación de escuchar su teléfono timbrando como si se tratara de una llamada telefónica, aunque en realidad esto no sucede.
¿Qué hacer? El optometrista recomendó que los pacientes se informen sobre filtros o incluso sobre un nuevo tipo de lente llamado CSR que contrarresta la radiación nociva de los aparatos. Mientras que la psicóloga aconsejó desarrollar mecanismos para dejar el celular lejos y evitar estarlo consultando regularmente.
Lois Krahn, de la Clínica Mayo, explicó que para evitar dañar el ciclo del sueño hay que usar los dispositivos a 35 cm del rostro aproximadamente y con bajos o medios niveles de luminosidad
fuente eluniveral.com